Son 450 objetos ligados a pueblos originarios, obtenidos por un vecino de Jesús María entre 1954 y 1980. Nunca fueron expuestos. Ahora, pasarán a un museo del municipio local con esa finalidad.








na valiosa colección arqueológica, con piezas del pasado aborigen de la región de Jesús María, está a punto de ver la luz después de tres décadas de permanecer guardada. La colección Del Prato va en camino de ser restituida a su tenedor original, el municipio de Jesús María, después de haber estado en guarda (pero sin exhibición) del Museo Jesuítico Nacional durante 29 años.




El Museo de la Ciudad “Luis Biondi” viene acondicionando sus espacios para poder conservar en un ambiente adecuado y en forma segura la notable serie de 450 piezas que coleccionó Jorge Del Prato, un aficionado a la arqueología, entre 1954 y 1980.




Del Prato y sus excavaciones constituyen un verdadero misterio para los jesusmarienses. Pocos recuerdan qué hacía por fuera de esta afición o que profesión ejercía. Por suerte, están sus cuadernos de campo para alumbrar gran parte del camino que le permitió acumular una cantidad de piezas arqueológicas en estancias de Jesús María como La Toma, Las Mercedes y El Arenal, y de Colonia Caroya. Los cauces de los ríos Guanusacate y Carnero también fueron una enorme fuente de sus descubrimientos.




Aunque Del Prato no era arqueólogo con título, sí sabía cómo relevar cada sitio. Además, cada pieza que hallaba tiene su ficha con datos del lugar de la extracción, profundidad, planos, así como medidas del objeto, ilustraciones de Hugo Ferreyra y gráficos de Alfredo Moyano. Un amateur que se dedicaba a esa pasión con sentido profesional.




También acompañó esos cuadernos con fotos de sus expediciones. En algunas se lo puede ver de pantalones cortos –como si fuera un scout– y en otras ya entrado en años, con escaso cabellos y lentes.




La tarea de rescate de la colección está en las manos de la directora del Museo Biondi, Carmen Moyano, y de la museóloga Analía Cortés, quienes sugirieron al municipio todos los pasos por seguir antes de solicitar el traslado oficial de esta colección que jamás fue expuesta al público. Entre las 450 piezas, hay de piedra, de hueso, alfarería cerámica y textiles. Es probable que esté entre las más ricas de Córdoba en su rubro.




Hasta hoy, no se le había dado importancia. Incluso, en 1990, un investigador del Conicet había sugerido que esa colección podría tener sólo valor museológico de expresiones regionales.




Ahora, otros apuntan que hasta hace 30 años se consideraba a Córdoba como un territorio menor en términos “arqueológicos”. También reprochan que aquella observación de la colección sólo fue hecha en dos días.





Un potencial destacado



En el trámite de ponerla en valor, Jesús María sumó los conocimientos de la arqueóloga Bernarda Conte y destacaron los nuevos conocimientos al arqueólogo del área Patrimonio de la Provincia, Alfonso Uribe.



Conte se estusiasma: “Esta colección se convierte en una enorme posibilidad para cambiar la lógica de estudio sobre los pueblos originarios que habitaron esta región donde terminan las Sierras Chicas y comienza la llanura. Para la época durante la que trabajó, los cuadernos de Del Prato tienen mucha precisión en los datos y su rango de trabajo fue muy amplio”.



En el municipio se está organizando el traslado, que debe incluir guardia de la Policía Ambiental. Lo ideal sería trasladar la colección a una temperatura similar a la del lugar en el que estuvo en guarda hasta ahora.



La directora del Museo Biondi sueña con construir un espacio específico donde la muestra pueda ser exhibida en forma permanente. “Creemos que el Parque del Oeste sería el mejor lugar para hacerlo porque está a la vera del río, donde se hicieron las excavaciones. Qué mejor que devolverlos a sus inmediaciones, donde hoy está esa reserva ecológica. Es ambicioso, pero se puede hacer en etapas”, señaló.




A pura voluntad



Hoy cuesta en Jesús María hallar datos y recuerdos de Del Prato. Su historia de pasión –por pura curiosidad y sin fines de lucro– para hallar y desenterrar rastros de la primera historia de la zona en la que vivía, se parece a la de otros tantos cordobeses que de ese modo generaron las primeras colecciones que constituyen hoy los museos del interior dedicados a los pueblos originarios.





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FUENTE :  www.lavoz.com.ar