Discovery anunciaba hace unos días la confirmación de que los huesos hallados en una de las tumbas de Vergina pertenecen a Filipo II de Macedonia, el padre de Alejandro Magno. Los estudios de 350 huesos y fragmentos hallados en las tumbas dieron como resultado la identificación positiva de Filipo en la tumba número 2, mientras que el resto corresponden a diferentes individuos. Entre ellos también se identificaron los restos de una mujer guerrera, probablemente la hija del rey escita Athea.
Estos hallazgos serán presentados mañana en el Museo Arqueológico de Tesalónica junto con unas tres mil fotografías, topografías, escáneres y demás pruebas que esperan cerrar de una vez el debate sobre rey macedonio.
Curiosamente Vergina se halla solo a unos 160 kilómetros de la misteriosa tumba de Anfípolis, que estos días está teniendo mucha difusión gracias a los increíbles descubrimientos que en ella están realizando los arqueólogos, y que se piensa puede ser la propia tumba de Alejandro Magno.
Desde que se encontraron las tumbas de Vergina en 1977 se ha especulado mucho sobre si los restos que contenían pertenecían o no a la familia real. La número 2 contenía los restos casi al completo de un esqueleto masculino cremado en su cámara principal, y los de una mujer en la antecámara. Hasta ahora no se sabía si estos restos correspondían a Filiipo II y una de sus esposas o a Filipo III, el hermano de Alejandro, que subió al trono tras la muerte de este.
El esqueleto del rey presenta sinusitis frontal y maxilar, posiblemente causadas por una flecha que le habría cegado el ojo derecho durante el sitio de Methone en el año 354 a.C. Aun así, todavía viviría 18 años más.
Así pues, parece que se soluciona otro de los grandes misterios de la Antigüedad.