En 2018, un grupo de albañiles de Ostrov, en la República Checa, se encontró una extraña estructura de madera. Era cuadrada y tenía, aproximadamente, 140 centímetros de altura por 80 de lado. Las esquinas estaban formadas por unos postes acanalados con tablones insertados y todo parecía elaborado con la "máxima precisión" a pesar de que no había signos de herramientas modernas. En los últimos años, Centroeuropa ha sido un campo abonado para los descubrimientos arqueológicos, así que los responsables de la obra se pusieron en contacto con la Universidad de Pardubice.
Y era un pozo, pero no un pozo cualquiera. Después de analizar la estructura con un proceso conocido como dendricronología, los investigadores han descubierto que el roble con el que se fabricó la estructura fue cortado en torno al 5255 antes de Cristo. Es decir, tenían ante ellos un pozo de más de 7.000 años, la estructura de madera más antigua que jamás se ha encontrado en pie. Y, por si fuera poco, una estructura tan compleja que sencillamente no sabíamos que se pudiera hacer a base de piedra, hueso, cuerno y madera.
Superestructuras: edición neolítico
"La forma de los elementos estructurales individuales y las marcas de herramientas preservadas en su superficie confirman habilidades sofisticadas de carpintería", explicaban los investigadores. Pero, más allá de ampliar nuestros conocimientos sobre el neolítico, el análisis del pozo va a permitir estudiar plantas (trigo prehistórico, lino o adormidera) y animales (vertebrados e invertebrados, mariscos, huevos de crustáceos e insectos). Algo que va a aportar una información clave sobre el medio ambiente y la economía de la época.
Según explicaba Karol Bayer, vicedecano de investigación de la Facultad de Restauración de la universidad, la estructura estaba bien conservada porque permaneció bajo el agua durante siglos y eso supone un reto de conservación bastante importante. El proceso de restauración llevará varios meses porque no "ahora no pueden dejar que se seque o el pozo sería destruido".
Pero, para los profanos, lo más curioso del asunto es que los investigadores tienen previsto "reemplazar gradualmente el agua con otro conservante: la sacarosa". A efectos coloquiales, los investigadores checos van a conservar la estructura de madera más antigua del mundo "metiéndola en almíbar". Se trata de un proceso de conservación de madera empapada bastante conocido y que combinado con un agente microbiano (que impida la fermentación) da muy buenos resultados a un coste muy económico. Pero no deja de ser uno motivo más para recordarnos que la ciencia es maravillosa.
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